“…En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver…”
Joaquín Sabina.
La Media Luna está vacía y solitaria, nadie hay ya para recordar a Pedro Páramo. Nadie vive en la lejana Comala. Todos están muertos y aún así, todos le temen. Asesinado hace años, Pedro Páramo todavía es causa de temor. Y es que los muertos de Comala siguen vivos en su difunta eternidad y continúan en ellos las preocupaciones, sus obsesiones, sus quehaceres diarios. Comala es una ciudad donde los muertos están muy vivos, o los vivos muy muertos. Y en este estado de muerte, el miedo se respira en el aire bochornoso, miedo por el cacique y dictador Pedro Páramo, cuya sombra todavía extiende su crueldad entre las llanuras de la Media Luna.
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver…”
Joaquín Sabina.
La Media Luna está vacía y solitaria, nadie hay ya para recordar a Pedro Páramo. Nadie vive en la lejana Comala. Todos están muertos y aún así, todos le temen. Asesinado hace años, Pedro Páramo todavía es causa de temor. Y es que los muertos de Comala siguen vivos en su difunta eternidad y continúan en ellos las preocupaciones, sus obsesiones, sus quehaceres diarios. Comala es una ciudad donde los muertos están muy vivos, o los vivos muy muertos. Y en este estado de muerte, el miedo se respira en el aire bochornoso, miedo por el cacique y dictador Pedro Páramo, cuya sombra todavía extiende su crueldad entre las llanuras de la Media Luna.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Con esta frase célebre comienza el libro Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Esta novela corta cuenta la historia de un hijo en busca de su padre, de sus orígenes. Y en La Media Luna encontrará la muerte y la vida que anda buscando. A través de historias de muertos reconstruye la vida en Comala, una vida marcada por la muerte y el miedo que infundía su progenitor: Pedro Páramo. La pequeña Comala es un pueblito con extensas llanuras verdes que promete prosperidad, pero pasa a convertirse en la boca mismísima boca del infierno. Los vientos de la muerte destruyen todo lo que mora en sus llanuras: sueños, ilusiones…vidas.
Es de destacar en esta obra, en cuanto al plano formal, el abandono por parte de Rulfo de las normas vigentes respecto a la disposición por capítulos. En el texto se intercalan breves fragmentos, a veces sin ninguna relación con los restantes; son fragmentos de diálogo o monólogo, las voces del pueblo cuya identidad a veces el lector sólo puede intuir.
Nacido en una tierra árida, sombría y abandonada, el paisaje y los ambientes que aparecen en la obra de Juan Rulfo tiene mucho que ver con estas características. Tanto en la mayoría de sus cuentos (recogidos en El llano en llamas) como en Pedro Páramo, el narrador se inventa una mítica ciudad que constituye el paisaje donde se mueven sus atormentados personajes. Siempre es el mismo paisaje: una llanura desértica cuyos habitantes son gentes solitarias que sufren culpas y traman venganzas viviendo en una tensa espera. Para estos personajes, la vida se sitúa en algún lugar del pasado o del futuro, casi siempre susurrada por los vientos de la muerte.